domingo, 13 de mayo de 2007

Crónica de la Columna de HIerro. Abel Paz


El 19 de julio de 1936 los trabajadores se vieron obligados a lanzarse a la calle para evitar el triunfo del golpe militar fascista en ciernes. El pueblo desarmado se vió obligado a proporcionarse él mismo armas y medios de defensa, ante la actitud por lo general titubeante del gobierno republicano, para hacer fracasar en un primer intento el golpe de estado militar. Una vez tomado el futuro en sus manos, la clase trabajadora transformó la resistencia contra el fascismo en una revolución social que dejaría una profunda huella en el campo y en la industria de buena parte de España. La expresión revolucionaria y autónoma del pueblo en armas las milicias anarquistas, sin jerarquías, sin rituales militares, sin diferencias de pagas y con una estructura interna y medios de decisión absolutamente democráticos, las milicias se convertirían en el garante de la revolución tanto en el frente como en la retaguardia. De ello era consciente el gobierno republicano y el PCE, que desde un primer momento pusieron más empeño en acabar con las conquistas revolucionarias que con el fascismo.La militarización e integración de las milicias en el ejército republicano y los ataques a las colectividades, constituyeron así un paso más para dar el golpe definitivo a las aspiraciones revolucionarias de la clase trabajadora.La historia de la Columna de Hierro es un caso paradigmático de entrega y arrojo revolucionario. Formada principalmente por hombres y mujeres del Levante valenciano, los testimonios conservados y su periódico interno, Línea de Fuego, nos permiten reconstruir en éste libro su papel en la guerra y en la defensa de la revolución social. El autor, Abel Paz, a sus 80 años, se ha convertido en el último historiador del anarquismo ibérico que ha vivido en primera persona acontecimientos tan relevantes como los preludios y la propia Guerra Civil, los campos de concentración en la Francia de pre-guerra, la guerrilla antifranquista, la cárcel, el exilio...Conocido entre los historiadores por su monumental obra "Durruti, el Proletariado en armas", es ante todo un personaje vitalista que encarna las aspiraciones emancipativas del anarquismo primigénio.