viernes, 23 de noviembre de 2007

Ante el olvido, reparación y justicia



Secretaria de prensa, propaganda y cultura
Quién nos iba a decir, que después de 70 años del pronunciamiento militar, contra un régimen legalmente constituido iba a levantar tantas ampollas.
Cuarenta años de sangrienta dictadura con el bagaje de 50.000 muertos en los 10 años que siguieron a la guerra, según documenta el historiador Julián Casanova.

Ciento noventa campos de concentración, por los que pasaron 350.000 y 400.000 prisioneros de guerra, dan para escribir mucho y exigir que ese periodo oscuro de la Historia de España no quede en el olvido, a pesar de la crispación que generan determinados creadores de opinión y escritores, que no vamos a citar por no hacerles propaganda.

Algunos que militaron en opciones de llamémosles de izquierda, han cambiado su opinión de manera radical. O antes eran unos tontos redomados y utilizados influidos por la propaganda que leían o ahora han encontrado la luz o un filón económico o tienen que hacer méritos para que su “arrepentimiento”, sean admitidos por quienes antes criticaron.

Están viviendo su momento de gloria, tanto económico como de popularidad, que dejará de existir, cuanto a quien le interese, les aparte a un rincón y sean presa de un olvido impuesto por quienes hoy en día les llenan de parabienes.
Pero volvamos a lo nuestro. Hoy en día hay una parte de la sociedad que rechaza la Ley de Memoria Histórica, la cual a nuestro juicio es la mejor dentro de lo malo.

Esta situación esta propiciada sin duda por medios o simplemente por comunicadores de opinión, que no dudan en alimentar la crispación entre los ciudadanos, que no existiría sin la tozudez de quienes, sabiendo sus intenciones, están erre que erre empeñados en que todo el mundo esté crispado. Es su tema de conversación hasta que aparezca otro, que les posibilite seguir dando la matraca.

Por un lado la derecha y la Iglesia, que aducen no es necesario volver al pasado, y esos es ninguna duda que les da miedo, porque significaría volver a la época de una Transición que les benefició y que ocultó la memoria de los miles y miles de desaparecidos y que a algunos de sus líderes podría en un aprieto.

Durante 70 años, los represaliados y sus familiares han permanecido en el olvido y aún hoy en día, sobre todo en las zonas rurales, aún hay miedo a hablar. Esto significa que las heridas se han curado en la superficie, pero la infección sigue en sus cuerpos.
Países de América Latina están desenterrando los asesinados en sus dictaduras relativamente recientes, y aquí se ponen trabas a muertos que tienen 70 años y que no sabemos donde están.

Los muertos del lado franquista han sido recordados, enaltecidos, homenajeados y su recuero aún perdura en muchos de los muros de las iglesias. Qué temor hay a que los represaliados puedan recuperar con dignidad sus restos enterrados en campos, cunetas simas y otros lugares ignominiosos. Temen quizá algunos que se descubran auténticas matanzas cometidas por su bando nacional. Falangistas, requetés, militares, moros, derechistas y hasta la misma Iglesia, estuvieron involucrados en la represión Quizá haya algo que ocultar….

No se trata de venganza, sino de justicia. El arzobispo de Pamplona afirma sin pudor que ¨La Ley de la Memoria Histórica es innecesaria, porque puede abrir heridas que el tiempo ha ido curando “. Esto es una falacia, porque como decimos en párrafos anteriores, los familiares no han tenido voz para manifestar su dolor, primero silenciada por cuarenta años de dictadura, por que nadie les ha preguntado y porque hasta ahora ha existido una “Ley del Olvido “.

Existe una obligación moral de todos los Ayuntamientos y otras instituciones, faciliten con todos los medios, el derecho a conocer donde están los restos de sus deudos, siempre y cuando ellos quieran.

Hay casos significativos, por ejemplo el de la familia de García Lorca, que por los motivos que a ellos les guíen, no desean que así se haga, respetémoslos. Ahora bien aunque prevalezca, conviene aclarar que junto a él fueron asesinados, Francisco Galudí y Joaquín Arcollas, banderilleros pertenecientes a la CNT, porqué a ellos se les va a negar la recuperación de sus restos.

Un aspecto negativo de la Ley de revisión de sentencias franquistas, porqué no se revisan las de Puig Antich, Granados y Delgado, Juan Peiró y otras muchas más.

Esta es a grandes rasgos la situación actual, aderezada con las desgraciadas declaraciones de Jaime Mayor Oreja, que ya han sido debidamente comentadas y calificadas y que nosotros no vamos a malgastar mas líneas en torno a este siniestro personaje. Los tics franquistas que algunos no pueden impedir, salen a la luz, es bueno que se conozcan.

Otro aspecto a señalar, para los jóvenes y no tan jóvenes nazis que pululan por el estado español, es que conozcan la actuación de esos “moros” que tanto desprecian y a los que apalean casi a diario. Fueron un parte importante en su aportación a las tropas franquistas. También aclararles que su “ Franco “, se rodeó de una guardia de corps, llamada Guardia Mora, por que todos sus componentes eran africanos, que se destacaban por su fidelidad a la figura del general.

Así que queridos nazis, a abrazaros a ellos, que os salvaron del comunismo, del anarquismo y de las hordas judeo-masónicas, y no os dediquéis a darles palizas o matarlos. Esto es pura historia y uno una reflexión xenófoba.
Sigamos con el pasado y el presente; la Iglesia ha beatificado recientemente a sus “ mártires de la Guerra Civil”, vamos a dejarles con su parafernalia, que con su pan se lo coman, pero que no nos tomen el pelo.

Un tal Vicente Cárcel, historiador eclesiástico de la Guerra Civil, manifestaba en torno a la polémica de los curas que estuvieron en el campo republicano y que fueron fusilados por los fascistas lo siguiente: los curas vascos fueron fusilados por sus ideas políticas y no siguieron fusilando por la intercesión del papa. Es la opinión de Cárcel y los que fusilaron los republicanos en muchos casos fueron por conspiradores, ya que antes que curas eran ciudadanos. Esta claro que cuando le pinchan a los mandos jerárquicos de la iglesia, les salta el ramalazo.
La Iglesia católica, siempre se mostró beligerante a favor de los poderosos, eran activos agentes sobre todo en el mundo rural controlado por los terratenientes y durante y después de acabada la guerra delatores de quienes habían militado en el campo republicano. La iglesia sostuvo la idea de la Cruzada Nacional para legitimar la sublevación militar y civil.

Enrique Pla, obispo de Salamanca en 1936, publica su pastoral “ Las dos ciudades”, entresacamos algunos de sus párrafos: “ en el suelo de España luchan dos concepciones de vida… reviste la forma externa de una guerra civil, pero en realidad es una Cruzada”. En 1945 y en 1960, se reafirmaba que fue una cruzada por Dios y por España. Fermín Izurdiaga, cura, falangista, fundador de la revista negra de la falange, activo orador antes y después del alzamiento fascista, conspirador contra la República.
Cruz Laplana, obispo de Cuenca, conspirador, apoyó a la Falange y a sus pistoleros.
Aniceto Castro, canónigo de Salamanca publicó en 1934, su libro “ El derecho a la rebeldía”, una incitación a rebelarse. Rigoberto Domench, arzobispo de Zaragoza “declaraba la violencia no ser hace al servicio de la anarquía, si no lícitamente en beneficio del orden, de la patria y de la religión “.

En 1937 se firmó la carta colectiva de los obispos españoles, en la que se apoyaba al bando sublevado, justo es reconocer que hubo algunas excepciones entre ellas las de Mateo Múgica, obispo de Vitoria.

También es célebre la fotografía de curas y seminaristas, en la Plaza de Toros de Pamplona, donde posan con sus fusiles en posición de apunten, hay no menos de treinta y tres.

Esta es una pequeña muestra de la actividad de la iglesia frente a la República y que demuestra su posición. Las leyes que se promulgaron por parte de la República, entre ellos, la libertad de cultos, la disolución del matrimonio, la ley de confesiones religiosas, la igualdad entre sexos, fueron también causa de su incondicional adhesión al Alzamiento.

Para finalizar dos consideraciones, la primera sobre el llamado Valle de los Caídos, que mas bien habría que denominarlo, Los Caídos en el Valle. Monumento megalómano, fue construido por el conocido nombre de batallón de Cuelgamuros. Fue inaugurada a todo bombo y platillo por la orden benedictina que presidía el abad Justo Pérez de Urbel, el cual junto con los demás monjes y hasta su retiro en 1966, se dedicó a cantar las excelencias de Franco y todos sus acólitos.

Otra anécdota a considerar. Sucedió durante el periodo republicano. La Marcha Real, que durante la dictadura se escuchaba durante la misa en el momento de la consagración, se convirtió en señal de la reacción. Un grupo de jóvenes derechistas reunidos en un piso de la calle Alcalá de Madrid, colocó en la venta de un piso una gramófono ( un tocadiscos para los más jóvenes ), justo en el momento que muchos madrileños volvían a sus casas, la provocación indigno tanto que se desataron fuertes protestas, que se tradujeron en dos muertos en enfrentamientos con la guardia civil. A qué nos suena esto.