martes, 19 de febrero de 2008

Está ocurriendo en Cádiz, y no hacemos nada... es lógico ?


Después de toda una vida trabajando y de sacrificar horas de juegos con sus hijos para traer un sueldo digno a casa, la vida se les vuelve del revés. Un cuarto de la población jubilada de Cádiz sufre problemas económicos. Sus pagas oscilan entre 300 y 500 euros y con ese dinero deben pagar un piso -quien viva de alquiler-, comprar medicinas, la comida de cada día, los productos de limpieza y aseo, la ropa y, además, darle un capricho a los nietos de vez en cuando. La falta de poder adquisitivo ha obligado a muchos a pedir ayuda a sus hijos. Algunos ofrecen el pago de la vivienda, o de vez en cuando aparecen en casa con un carro lleno de alimentos, o con un jersey o unos zapatos para sus padres. Pero otros no cuentan con esta ayuda. O no han tenido hijos o, simplemente, su relación acabó cuando se fueron del hogar paterno. Por eso no tienen más remedio que buscarse la vida, y algunos de ellos han optado por recoger la comida que sobra del mercado o de los supermercados. En La Plaza, los detallistas han observado como los sábados, cuando llega la hora de cierre, estas personas mayores comienzan a merodear por el interior de la carpa provisional del Mercado Central. Raúl, pescadero, ve como «Juan se da muchas vueltas por los pasillos a partir de las 14.30 horas. Observa lo que vamos poniendo en cajas para tirar. Se aparta. Y cuando la dejamos en el suelo, no duda un segundo para recoger el pescado que hay en el recipiente». Juan comenta que sólo cuenta con 350 euros al mes. Con ese dinero paga el alquiler «y poco más. Busco los alimentos más baratos, pero a veces no llego a final del mes y tengo que venir a La Plaza, a pesar de que no me gusta. Pero los detallistas son muy buenos y hacen la vista gorda». Paco entra en la carpa escuchando la radio «que me han regalado mis hijos por Reyes. Y también los zapatos», comenta. Él vive con su mujer, que es ama de casa, «así que el único dinero que entra en casa es el mío. En concreto, 575 euros», explica. Paco asegura venir «sólo de vez en cuando, cuando la cosa está muy mal en casa. Este mes mi mujer ha estado mala y se nos ha ido mucho dinero en comprar medicinas». Paco cogió algunas naranjas «que están perfectas. También me llevo lechugas, pero esas me las ha dado un frutero. De los supermercados también me he llevado algún yogur que está a punto de caducar. Lo que nunca recojo es carne o pescado».

Revisión de las pagas

Paco denunció la situación de todos los jubilados, porque no soy el único. Mis amigos del barrio de La Viña tampoco viven bien, a pesar de los años que hemos estado trabajando. El Gobierno debería revisar las pensiones en serio. Preguntarnos y conocer nuestra situación. Quizás, así, no sería necesario que tuviésemos que venir al Mercado Central a recoger la comida que se va a tirar, o pedir dinero a nuestros hijos para sobrellevar cada mes».