lunes, 3 de marzo de 2008

El agua nos pertenece a todos


La realidad es dramática: sólo un pequeño 2,5 % del total del agua existente en el planeta es dulce y por lo tanto de uso humano. Las previsiones, catastróficas: en veinte años (hacia el 2025) más de 3 mil millones de seres humanos - el 80 % en los países « periféricos »- sufrirán la falta de ese vital líquido. Ya hoy, mil cuatrocientos millones de personas -uno de cuatro habitantes del planeta- carecen de agua, entre ellos 80 millones de latinoamericanos. Las diferencias y tensiones no dejan de aumentar. Mientras un habitante de un país del Sur consume en promedio 20 litros por día, un italiano llega a 213 y un estadounidense puede superar los 600.

EL MANIFIESTO DEL AGUA

En tanto que « fuente de vida » fundamental y no reemplazable del eco-sistema, el agua es un bien vital que pertence a los habitantes del planeta en común. Ninguno de ellos, individualmente o en grupo, debería tener el derecho de apropiárselo en forma privada.

Tal aparece como principio básico del Manifiesto del Agua, elaborado en 1998 por un grupo de 23 personalidades de primer nivel mundial.

Con una simpleza máxima y rico en su capacidad didáctica, el citado documento subraya que «el agua es un bien patrimonial común de la humanidad », del cual dependen la salud individual y colectiva así como la agricultura, la industria y la vidad doméstica.

« El agua pertenece más a la economía de bienes comunes y de la riqueza compartida que a la economía de la acumulación privada e individual... » Por tal razón « el acceso al agua es un derecho fundamental, inalienable, individual y colectivo ...y hace parte de la ética de base de una "buena" sociedad humana y de una "buena" economía»

Enunciado que sin embargo contrasta con la realidad cotidiana convertida en estadística. Seis mil niños de menos de cinco años mueren cada día como consecuencia del consumo de agua insalubre. 80 % de todas las enfermedadees en los países del Sur tienen como origen la utilización de agua insana. Tres mil millones de seres humanos no cuentan hoy con instalaciones sanitarias adecuadas.

Dicho Manifiesto, que propugna por un « Contrato Mundial del Agua», anticipaba seis años atrás, uno de los combates más encarnizados en el plano de las ideas; en el terreno de la lógica económica ; y de la dinámica diaria que protagonizan muchas naciones periféricas. Activos movimientos sociales del planeta han incorporado la consigna de la no-privatización del agua como un punto de no retroceso de su disputa callejera. La pueblada de Cochabamba, -«la guerra del agua »- en Bolivia, en abril del 2000, ha sido tal vez la protesta más emblemática del último lustro, por su dimensión y por haber obligado a la transnacional norteamericana Bechtel Enterprises y al gobierno sudamericano a retroceder en su plan privatizador. Lucha andina que no opaca otras tantas movilizaciones locales anti-privatizadoras en Argentina, Honduras, Perú, El Salvador, Nicaragua, Brasil, por citar sólo algunos de los casos más conocidos en el continente.