lunes, 17 de noviembre de 2008

Comunicado Comité Nacional

Contra la corrupción sindical
Secretariado Permanente del Comité Nacional de CNT-AIT
La firma de los Pactos de la Moncloa confirmó que las organizaciones reformistas mal llamadas sindicales merecían los más duros calificativos.

Los compañeros que militan en la CNT desde los primeros años del pos-franquismo recordarán perfectamente que los cenetistas más veteranos eran muy reacios a utilizar epítetos duros contra los sindicatos reformistas; lo hacían, desde luego, por motivos éticos y para no dar armas al enemigo de clase, pues entendían -tal vez ateniéndose a la teoría del mal menor que, en último extremo, los sindicalistas reformistas, a pesar de estar equivocados y de su falta de conciencia de clase, estaban mucho más próximos a nosotros y se encontraban en nuestra misma trinchera y no en la de enfrente.
Sin embargo, el tiempo -que da y quita razones- fue demostrando que la benevolencia de aquellos compañeros veteranos, muchos de ellos curtidos en mil batallas de la guerra social, no era correspondida por los beneficiarios de esa misma benevolencia. Todo lo contrario, puesto que la firma de los tristemente célebres Pactos de la Moncloa confirmó que las organizaciones reformistas mal llamadas sindicales merecían los más duros calificativos, mucho más duros aún de los que aquellos veteranos compañeros consideraban excesivos. Los Pactos de la Moncloa, que fueron firmados no sólo por partidos políticos, sino también por CC.00 y UGT (otros no lo hicieron porque no existían o porque no se les invitó a ello), supusieron la entrega de la dase obrera -atada de pies y manos- a la Patronal y al Estado, pero para conseguirlo se intentó la destrucción de la CNT mediante un montaje maquiavélico que no dio los frutos apetecidos por sus autores, pero causó graves daños a la Organización confederal, como todos sabemos. Pero esa destrucción de la CNT sólo se planeó después de haber intentado previamente su integración en el Sistema, puesto que el entonces Ministro de Relaciones Sindicales, Enrique de la Mata Gorostizaga, invitó en dos ocasiones a la CNT: a entrevistarse con él en agosto de 1976, y a formar parte de la Delegación Obrera para la Conferencia de la OIT, en mayo de 1977; en ambas ocasiones, la CNT se negó rotundamente.
Otras organizaciones supuestamente sindicales iniciaron en aquellos momentos, por el contrario, su carrera de corrupción cada vez más descarada, y mientras la CNT se mantuvo -y se mantiene- fiel a su principio de Acción Directa, y en coherencia con él rechazó -y rechaza- su participación en elecciones sindicales, esas otras organizaciones se fueron corrompiendo y degenerando, hasta acabar convertidas en lo que hoy son: auténticos traidores a los trabajadores y lacayos del Estado y el Capital, dedicados en todo momento a favorecer los designios del Gobierno y la Patronal, de los que perciben pingües beneficios, en forma de sustanciosas subvenciones. Y no lo decimos a la ligera, sino con las pruebas que nos facilita el propio comportamiento cotidiano de esas organizaciones, que no son sindicatos sino grupos de empresas (compañías de seguros, agencias de viajes, copisterías...). Por citar sólo algunos ejemplos muy recientes nos referiremos a las traiciones de CCOO a los trabajadores de la limpieza pública en Pilar de la Horadada (Alicante), o al despido de trabajadores de la CNT en una empresa de la construcción de Torrelavega (Cantabria) con el visto bueno y el aplauso del delegado de CCOO en la empresa.
Podríamos citar también casos referidos a la UGT, a USO, a la CGT o a otros engendros alimentados por el Capitalismo, pero es que CCOO nos da motivos todos los días para la crítica más feroz, porque parece que se han quitado la careta y están desbocados. Baste decir que -también en Torrelavega- han cedido parte de su nuevo local a la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC), para que instalen en él su sede, por increíble que parezca.
Y es bueno que el enemigo (y enemigo es para la CNT todo individuo u organización que traiciona a los trabajadores y va contra los intereses de éstos) enseñe sus cartas; así sabremos a qué atenemos y podremos actuar en consecuencia. La confusión sólo favorece a los demás. A la CNT le interesa, precisamente, todo lo contrario; es decir, delimitar claramente los campos y marcar distancias con todo tipo de organizaciones, sean políticas o sean de las mal llamadas sindicales. Si somos absolutamente distintos a los demás, si cuestionamos el Sistema en su integridad y damos una alternativa global al mismo, si a la hora de la verdad nos encontramos solos frente a todos, no podemos esperar nada de quienes dicen defender a los trabajadores y en realidad están laborando incansablemente para que la explotación económica y la dominación política se acentúen en vez de desaparecer. Con gente así, cuanto más lejos, mejor.
El trabajo que tenemos por delante los militantes de la CNT es ingente, pero ello, lejos de detenernos, debe ser un acicate para lanzamos a la acción. Nuestro trabajo es doble, porque por un lado debemos hacer ver a los trabajadores que son manipulados, engañados y traicionados por organizaciones supuestamente sindicales, y, por otro, demostrar que la CNT es algo distinto, que es una auténtica Organización Sindical, creada, mantenida y desarrollada por los propios trabajadores, sin dirigentes, sin liberados, sin cargos remunerados, sin subvenciones... Pero lo cierto es que cada vez nos lo ponen más fácil esas organizaciones corruptas de cualquier pelaje La CNT se va convirtiendo en un verdadero referente para los trabajadores, muchos de los cuales empiezan a tomar conciencia de que es, no ya la mejor, sino la única herramienta a su disposición para conseguir mejoras económicas y sociales en el presente y la completa emancipación en el futuro. Y volviendo al tema de las subvenciones a los sindicatos, hacemos desde aquí una petición solemne al Gobierno: Puesto que estamos inmersos en una nueva crisis económica capitalista, puede ahorrarse una cantidad importante de dinero suprimiendo las subvenciones a esos llamados agentes sociales (pseudosindicatos y patronal). Los trabajadores se lo agradeceremos, porque ese dinero es parte de la plusvalía que nos es detraída, y además podría dedicarse a gastos en educación, sanidad y servicios sociales, con lo cual tendría un fin muchísimo mejor. Pero no creemos que el Gobierno nos haga mucho caso.