martes, 6 de julio de 2010

Curiosidades


Desde los primeros días de la Revolución española, el periódico Frente Libertario emprendió una campaña en pro del alistamiento de la mujer en las milicias obreras. Los llamamientos surgieron sobre todo desde organizaciones sindicales. Los muros de las avenidas y de las calles se cubrieron de carteles que llamaban a la lucha, echando abajo prejuicios inculcados secularmente: La guerra escasa de hombres. Muchos tabúes iban a derrumbarse y aquellas mujeres antifascistas, que habían logrado el reconocimiento de sus derechos otorgados, vieron claro que el combate debían librarlo al lado de los hombres.

Las primeras combatientes que vistieron el mono azul, uniforme de las milicias obreras, el gorro cuartelero con borla roja, pañuelo rojo y negro al cuello y mosquetón al hombro, o pistola al cinto, fueron las mujeres libertarias, secundadas pronto por las socialistas y las comunistas, aunque estos últimos no fueran partidarios de la incorporación de la mujer a la lucha armada. En un clima de indescriptible exaltación, se organizaron en milicias populares y salieron para los distintos frentes de guerra. Generalmente eran jóvenes obreras de fábricas, talleres, tiendas, oficinas, empleadas de hogar, estudiantes, las que abandonaron sus puestos de trabajo para alistarse. La mayoría eran adolescentes, pero también se sumaron viejas militantes, como la mítica Libertad Ródenas, de cincuenta y cuatro años, incorporada en la Columna Durruti que salió hacia el frente de Aragón.