lunes, 18 de abril de 2011

Bielorrusia donde la pena de muerte se sigue aplicando


El 19 de marzo de 2010, cuando la madre de Andrei Zhuk llevó a la prisión de Minsk uno de sus habituales paquetes de comida, tuvo que darse la vuelta. Su hijo “había sido trasladado”, le dijeron los funcionarios. Ya no debía ir más a visitarlo, le dijeron, sino esperar la notificación del tribunal.

Tres días después, el personal de la prisión le dijo que su hijo y otro hombre, Vasily Yuzepchuk, compañeros de celda condenados a muerte, habían sido ejecutados. Los funcionarios se negaron a entregarle el cadáver o las pertenencias de Andrei, o a decirle siquiera dónde lo habían enterrado. Se quedó conmocionada. Su esposo sufrió un ataque al corazón al conocer la noticia.

Estas ejecuciones fueron las primeras que Bielorrusia llevaba a cabo en más de un año. Se trata del único país en Europa, donde la pena de muerte se sigue aplicando. Durante 2010, tres personas fueron condenadas a muerte y actualmente aguardan el resultado de sus apelaciones en el corredor de la muerte. En Bielorrusia no se informa a los presos condenados a muerte de que van a ser ejecutados hasta unos momentos antes de que se lleve a cabo la sentencia. Son llevados a una sala donde se les comunica que la sentencia será llevada a cabo. Después los llevan a una dependencia cercana donde se les obliga a ponerse de rodillas y les disparan en la nuca. No se entrega el cadáver a la familia, que a menudo sólo es informada después, y el lugar del enterramiento se mantiene en secreto, lo que causa una aflicción adicional a los familiares.

Bielorrusia fue objeto del Examen Periódico Universal que efectúa el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 2010. En lo que respecta a la pena de muerte, se creó un grupo de trabajo en el Parlamento con miras a encontrar modos de conseguir la abolición. Bielorrusia mostró su disposición a estudiar una posible moratoria y aceptó recomendaciones para respetar las normas mínimas que restringen el uso de la pena capital. Desafortunadamente, un año después, la pena de muerte sigue vigente.

Mientras una abrumadora mayoría de países de todo el mundo han abandonado las ejecuciones, algunos, como Bielorrusia, Irán, China o Arabia Saudí resisten desafiantes. Como justificación, esgrimen el mandato popular, la disuasión frente a la delincuencia, o principios políticos o culturales. Sin embargo, sea cual sea su razonamiento, cada año son responsables de miles de muertes causadas por esta pena, la más cruel e inhumana.