viernes, 15 de julio de 2011

Curiosidades



Finales de julio de 1936. Un camión con miembros armados de la CNT-FAI, se para delante del Consulado alemán en Barcelona, en la calle Paseo de Gràcia, 132. Del auto, se apea una patrulla de milicianos que entran en los despachos del edificio y confiscan toda la documentación que encuentran: cartas, carnés del Partido Nazi, propaganda, diarios, informes... Y también listas de los afiliados del Partido Nacionalsocialista Alemán, una información que servirá a los anarquistas para continuar efectuando, en los días siguientes, registros parecidos en diversos organismos alemanes oficiales y también en los domicilios de los principales responsables del Partido Nazi en la capital catalana.

A mediados de agosto disponen de un botín espectacular, según se explica en un artículo publicado en el diario británico "The News Chronicle" el 18 de agosto de 1936. El corresponsal en Barcelona escribe: “hoy me han permitido hacer una visita a una casa cautelosamente vigilada en un tranquilo suburbio de Barcelona donde ahora reposan miles de documentos relativos a las actividades de la Alemania Nazi en España. Después de cuatro horas inspeccionando dichos documentos, la autenticidad de los misma está fuera de toda duda, he tenido sensaciones de desmayo, indignación y horror”.

Al cabo de dos meses, concretamente el 22 de octubre, el semanario "Mirador", en un artículo a toda página, titula “El espionaje nazi en España”. Querían hacernos colonia de Hitler!”, en que se afirma: “Nos encontramos, entonces, delante de un hallazgo de valor incalculable para aclarar muchos puntos dudosos de la historia contemporánea”.

Setenta y tres años después, Sàpies se desplaza al Instituto Social de Historia Social (IISH), en Amsterdam. En ese edificio de tres plantas se ha conservado y microfilmado el magno archivo de los nazis en Barcelona entre 1933 y 1936, requisado por la CNT-FAI en las primeras semanas de guerra. Son los documentos que la mayoría de historiadores habían dado por perdidos. La historia del viaje de los documentos nazis arranca a mediados de 1938, cuando dos anarquistas Diego Abad de Santillán y Paul Partos (de pseudónimo Polgare), contactaron con el Instituto Internacional de Historia Social para que, delante de una posible victoria fascista, estos y el resto de papeles del archivo del Comité Peninsular de la FAI y del archivo de la Oficina de Propaganda Exterior de la CNT-FAI estuvieran custodiados bajo la tutela de esa institución nacida en 1935 para preservar la memoria social europea.

Tal como se había acordado, el 19 de abril de 1939, después de la debacle republicana, los documentos llegan a París, donde se firmaba un contrato formal con el IIHS. Se trataba de 23 sacos con 130 paquetes. Ese mismo día se decidió que, ante una eventual guerra europea, los sacos se enviarían a Inglaterra, donde el IIHS tenía una sucursal. Las cajas estuvieron unos meses en un edificio de Yorkshire, pero después se trasladaron a Oxford hasta que en 1947 llegaron, definitivamente, a Amsterdam, donde se encuentran desde entonces.

De hecho, los responsables de la entidad holandesa confirmaron que los paquetes no se abrieron hasta 1975.
Entre los documentos de la Oficina de Propaganda Exterior se encuentran los archivos del grupo DAS (Deutsche Anarcho-Syndikalisten), sección germánica del anarquismo europeo, que tradujo los documentos confiscado en el Consulado de Alemania en Barcelona.