jueves, 3 de abril de 2014

Fast food: las ganancias son el "king"



La cadena de comida rápida Burger King es famosa en todo el mundo por sus hamburguesas y sus patatas fritas. Que sus empleados y franquiciados pasan un auténtico infierno para hacer de la compañía un negocio al que las ganancias le salen literalmente por las orejas es un hecho mucho menos conocido. 

El mobbing, las vejaciones y el estrés están, a la orden del día en los aparentemente alegres restaurantes de Burger King. Y es que, aunque muchos piensen lo contrario, muchas de las personas que vemos trabajando en los restaurantes de la compañía estadounidense, no trabajan en realidad para Burger King sino para franquiciados. Unos franquiciados que utilizan el nombre y los derechos de marca de Burger King, pero que asumen en solitario todos los riesgos empresariales derivados de la apertura de las hamburgueserías. Los franquiciados alquilan los locales a inversores privados, tienen que desembolsar 40.000 euros por la apertura de sus restaurantes y cada mes deben pagar a Burger King un 5% de sus ingresos en concepto de publicidad y derechos de marca.

En octubre de 2010 la famosa cadena de hamburgueserías fue comprada por la empresa brasileña de inversión 3G Capital. Y desde entonces no corren buenos tiempos para los franquiciados. Los nuevos inversores no quieren que Burger King continúe eternamente a la sombra de MacDonald’s y por eso quieren maximizar los beneficios y hacer un completo lavado de cara a las filiales de la cadena. ¿El problema? Que quieren hacerlo a costa de sus franquiciados. Unos franquiciados, que si no cumplen con las órdenes de Burger King, pueden ser “despedidos” sin aviso previo.

Para presionar a sus franquiciados, Burger King se vale en realidad de métodos muy simples. La cadena de hamburgueserías distribuye a todos su franquiciados un manual en el que explica detalladamente todas sus normas y las sanciones derivadas de la infracción de tales normas. Un manual que Burger King utiliza después como pretexto para desembarazarse de los franquiciados que no quieren asumir los costes derivados de la modernización de los locales.

Con la intención de que sus franquiciados sigan a rajatabla este manual, Burger King les practica numerosos controles y, si estos no los pasan, la cadena tiene vía libre para deshacerse de ellos.

Debido a la enorme presión que soportan los franquiciados, las condiciones laborales dentro de los restaurantes de Burger King distan mucho de ser idílicas. Ex empleados de la cadena, asegura que el clima laboral en las nuevas franquicias de Burger King ha empeorado notablemente durante los últimos años. Casos tales como trabajar en un local de Burger King que pase después a manos de otros franquiciados y, si el salario de los trabajadores  sea superior al de los nuevos empleados, el nuevo jefe no dudará en practicar con ellos el mobbing.

Ejemplos de esta práctica es poner al trabajador en una situación límite y forzarle a dejar su puesto de trabajo, llegando a encomendar a los empleados que se encarguen de raspar los chicles que haya pegados en la acera por delante del restaurante. Y la estratagema parece surtir efecto porque los trabajadores terminan renunciando libremente a su puesto de trabajo. 

No es la primera vez que un franquiciado de Burger King reconoce que sus empleados están constantemente vigilados por cámaras y que ganan 7 euros por hora aunque por contrato deberían embolsarse 7,71 euros cada hora. Confiesan además que sus empleados no pueden recibir propinas. Y no sólo eso. Si al final de mes la caja no cuadra y faltan en ella más de 15 euros, son los trabajadores los que deben pagar la diferencia con su sueldo.