domingo, 8 de junio de 2014

Émilienne Morin, la francesa que amó a Buenaventura Durruti


Compartir la vida con Buenaventura Durruti no siempre era fácil. Su duro carácter, su increíble rudeza y sobre todo, su implicación en la lucha anarquista le convertían en una persona con la que era muy complicado vivir. A Émilienne Morin le daba igual. Ella se enamoró del revolucionario leonés tal y como era, con sus "muchas virtudes y sus muchos defectos".

Nacida en Angers (Francia) en 1901 en el seno de una familia humilde con orígenes sindicalistas, Emilienne se instaló en París cuando apenas tenía 15 años. Primero trabajó como secretaria del periódico 'Ce Qu´il faut diré' y más adelante pasó a formar parte del Círculo de Jóvenes Sindicalistas del Sena. En 1924 se casó con el famoso anarquista italiano Mario Cascari, conocido en algunos círculos con el nombre de Cesario Tafani con el que terminaría separándose pasados tres años.

Fue en 1927 cuando conoció a Durruti en la librería anarquista de París situada en la rue des Praires. Por entonces, Buenaventura se encontraba en la capital francesa trabajando en la Renault después de haber huido de España donde se le acusaba de atentados y de pertenencia a grupos armados. Desde principios de esta década, el líder anarquista había formado partes de grupos como 'Crisol' o los 'Justicieros' que habían atentado contra otras personas como el gobernador de Vizcaya o el cardenal Soldevila, quienes apoyaban y defendían desde los inicios el pistolerismo patronal.

Antes de llegar a París y antes de conocer a Émilienne, Durruti y su compañero Ascaso estuvieron en América trabajando en Cuba, México, Perú, Chile y Argentina, países en los que protagonizaron algunos golpes espectaculares a bancos con intereses españoles. En 1927, ya en Francia, fueron detenidos por la Gendarmería gala después de que el Gobierno del dictador Primo de Rivera solicitara su extraditación. El movimiento anarquista francés se movilizó al máximo impidiéndolo.




Fue en este contexto cuando Durruti y Émilienne empezaron a conocerse. Nunca llegaron a contraer matrimonio, pero fue prácticamente un amor a primera vista. Así recordaba la mujer de su vida los primeros pasos de su relación.

"Durruti y yo no nos casamos nunca, por supuesto. ¿Qué se figura usted? Los anarquistas no van al registro civil. Nos conocimos en París. Él acababa de salir de la cárcel. Había habido una campaña inmensa en toda Francia y el gobierno hacía cedido. Fue liberado. Durruti salió esa misma tarde, visitó a unos amigos. Yo estaba allí, nos vimos, nos enamoramos a golpe de vista y así seguimos" 


En julio de 1927 el gobierno francés cedió a las presiones y terminó expulsando a Durruti que fue acogido por Bélgica, marchándose a vivir a Bruselas. Morín, con 26 años, decidió seguir sus pasos viviendo los dos en la capital belga como podían: allí se quedó embarazada del líder anarquista. Así fueron sus años en Bruselas según una carta que escribió nuestra protagonista a un periódico español en 1937:

"Las autoridades belgas nos dejaron vivir casi tranquilos. Vivimos muy dignamento de nuestro trabajo esperando a que llegara nuestro momento de regresar a España. La caída de la monarquía española fue como un rayo de luz para nosotros".



En 1931, tras la proclamación de la II República burguesa en España, la pareja regresó hasta Barcelona donde nació la hija de ambos (Colette). Durruti siguió teniendo problemas con la justicia durante el periodo republicano, sobre todo con el mandato de las derechas, quedándose Émilienne a cargo de su hija durante largos periodos. Sabemos que antes de estallar la revolución, la joven francesa trabajaba como acomodadora en el Teatro Goya de Barcelona.

Al empezar la contienda, Morin se enroló en la Columna Durruti, dirigida por Buenaventura en el Frente de Aragón. La pequeña Colette se quedó con la amiga de la pareja Teresa Margalef mientras su madre trabajaba como responsable de prensa de la Columna. Cuando Durruti decidió marcharse a Madrid para defender la capital del avance franquista, Émilienne optó por marcharse a Barcelona y quedarse al cuidado.

La noticia de la muerte de Durruti el 20 de noviembre de 1936 le sorprendió en su casa de Barcelona. Un importante dirigente de la CNT acudió en persona hasta su casa para comunicarle que Buenaventura había muerto en combate en las inmediaciones del Hospital Clínico de Madrid. A ella siempre le dijeron que Durruti había fallecido como consecuencia de un enfrentamiento armado con una avanzadilla franquista. No fue así. Su muerte, casi 80 años después, todavía hoy sigue siendo un misterio.

Morin siguió trabajando para la CNT en España hasta 1938, fecha en la que decidió volver a Francia donde siguió trabajando en tareas propagandísticas a favor de la causa antifascista y libertaria. Colaboró años más tarde con Solidaridad Internacional Antifascista trabajando desde la clandestinidad después de que los nazis tomaran París durante la II Guerra Mundial. Finaliza la contienda, Émilienne se marchó a vivir a la Bretaña muriendo en Cornualles el 14 de febrero de 1991, a los 90 años.

Trece años antes de fallecer (1978), Morin contrató a un abogado parisino para solicitar su pensión de viudadad commo familiar de "español fallecido a consecuencia de la Guerra Civil Española". Este letrado escribió una carta a un periódico español en la que daba a conocer el interés de la viuda de Durruti de ampararse al real decreto ley del 16 de noviembre de 1978. El abogado reconocía que la "prueba más difícil sería hacer ver a las instituciones la existencia de Buenaventura. Efectivamente, no estaban casados ni civil ni canónicamente. No obstante su unión fue una realidad, una cuestión de hecho, cierta y contrastable, existiendo incluso una hija, Colette, inscrita en el Registro Civil de Barcelona"


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