jueves, 3 de julio de 2014

Nuestra memoria: exposición, Documentos, objetos y época del anarquista leonés Laurentino Tejerina Marcos'


Aurora Tejerina (derecha) ante el cartel de la exposición ‘Documentos, objetos y época del anarquista Laurentino Tejerina’ 

La sala de exposiciones de San Marcelo de León acoge la exposición 'Documentos, objetos y época del anarquista leonés Laurentino Tejerina Marcos', que pretende analizar la vida de este revolucionario que luchó durante la Guerra Civil Española.La muestra, que se podrá contemplar hasta el 30 de julio, recoge más de un centenar de fotografías referentes a la vida del anarquista y también al periodo histórico de la guerra y la posguerra, muchas de las cuales son "imágenes inéditas" que salen a la luz por primera vez y que han sido, en gran parte, cedidas por particulares.


Tenía sólo siete años cuando estalló la Guerra Civil y aún puede oír los tiros y los gritos de aquella noche del 18 de julio de 1936. Hay acontecimientos que la memoria se niega a eliminar. Y ella, Aurora Tejerina, es ahora la memoria de unos hechos que los libros de historia silenciaron durante décadas. No conserva documentos ni objetos de su padre, el célebre anarquista Laurentino Tejerina Marcos, pero en su cabeza están intactos momentos y hasta algunos versos —pocos— que el guerrillero escribió en los largos años que vivió hasta su muerte oculto como un topo en una bodega familiar en Viloria de la Jurisdicción.

Las memorias del comandante del Batallón 206, conocido también como Batallón Tejerina, manuscritas durante un cautiverio del que no saldría vivo, también se perdieron. La familia, que sufrió una dura y larga represión al finalizar la contienda, se vio obligada a quemarlo todo. Ahora, el consistorio de San Marcelo acoge una exposición con papeles, fotografías y objetos de la época para ambientar la vida de Laurentino Tejerina, «un anarquista profundo y, pese a lo que pueda pensarse, un pacifista», asegura su hija. A sus 85 años, Aurora considera indispensable conocer nuestra historia. Una sociedad que no conoce la historia carece de dignidad, dice. La exposición, evoca las hazañas de su padre, un abanderado de las libertades que fundó la FAI en León en 1916 y tres años después la CNT.

«En el Crucero he visto cómo mataban a gente por defender sus ideales», recuerda Aurora, que ha impartido charlas en destacadas instituciones francesas, porque allí a su padre le consideran un «honorable» ciudadano que fundó en Francia la Federación Anarquista Europea.

«Mi padre era una pacifista. La prueba es que se negó a ir a la mili. Le prendieron el día de Nochebuena y le dieron una paliza. Después fue enviado a Marruecos a un batallón de castigo. Allí conoció a Franco, que le pedía libros de Bakunin y de otros anarquistas. Franco admiraba a mi padre, por extraño que parezca». A veces se emociona cuando evoca episodios de la vida del guerrillero Laurentino, amigo del célebre anarquista Buenaventura Durruti. «Era un hombre culto que hablaba cinco idiomas y que pudo haber tenido una vida cómoda, pero optó por defender los derechos humanos».

En la Guerra Civil —cuenta Aurora— «mi padre impidió que ejecutaran a detenidos del bando de los nacionales. ‘Si los matamos, somos fascistas como ellos’, defendía. También evitó que quemaran la iglesia de Pola de Gordón. ‘Es cultura y tenemos que respetarlo’, argumentó. Mi padre salvó a mucha gente de derechas».

En cambio, con su familia no fueron tan condescendientes. Su padre falleció aquejado de paludismo y con un avanzado cáncer de hígado en la bodega donde se había refugiado cuatro años atrás. Le enterraron clandestinamente. Años después, al hermano de Aurora, que entonces tenía 17 años, le obligaron a exhumar a su padre y le detuvieron. «A mi hermano, que era un estudiante brillante y nunca había hecho nada, le expulsaron de España por indeseable. Fue conducido a la frontera francesa en 1947». Dos años después, Aurora seguía sus pasos. Al otro lado de los Pirineos era recibida por cientos de anarquistas que veneraban la figura de su padre.

Atrás no dejaba nada más que un mal pasado, años de represión y de registros policiales. «Todos los objetos de mi padre, hasta sus memorias, las quemó mi tía por miedo».

Lugar: Consistorio de San Marcelo.
Exposición: de lunes a viernes, de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00. Hasta el 30 de julio