sábado, 1 de noviembre de 2014

Anarquismo Ilustrado: nuestros carteles



Autor: Bauset
Editor: Confederación Nacional del Trabajo. Federación Anarquista Ibérica. CNT-FAI.
Año: 1936-1937

La Columna Temple y Rebeldía, fue otra columna de la CNT-FAI, formada por campesinos de los pueblos valencianos. Fue llamada así por una pieza teatral escrita por Ernesto Ordaz en honor a la FAI. Se ubicaban en el cuartel de la Guardia Civil de Burjasot. Tuvo alrededor de mil alistados pero nunca pudo entrar en combate hasta que fue obligatoriamente militarizada.

También fue Ordaz quien diseñó, planeó, organizó y dirigió la columna anarquista que marchó desde Burjassot hasta Teruel entre 1936 y 1938 para luchar contra el ejército fascista de Franco. Ambas, la obra teatral y la columna libertaria, tenían un nombre común: Temple y rebeldía.

Difícilmente se pueda encontrar un ejemplo tan singular en el que una obra teatral llegara a ser el punto de partida para la creación de una columna de milicianos dispuestos a dar su vida por lo que ellos consideraban más justo: la libertad.  El antecedente más cercano podría estar en la columna anarquista de origen catalán Tierra y Libertad, configurada en torno al periódico del mismo nombre, órgano de la FAI fundado por Juan Montseny y Teresa Farré.

Las obras de Ordaz rebosan de alusiones a la tierra y a la libertad, y nos da la impresión de que con el título que daba a su obra teatral más cuidada, quisiera el autor dar un paso más; es decir, que para conquistar la tierra y la libertad serían necesarios nuevos valores: el temple y la rebeldía.

El éxito de la obra teatral, por su alto contenido moralizador, estaba teniendo un reflejo en el ansia de los jóvenes cenetistas y faístas por alistarse a una de las varias columnas de militantes anarquistas que se estaban fraguando en Valencia en 1936. La columna de Hierro era la más famosa y numerosa, hasta el punto de en su sede del colegio de las Salesas se tuvo que colocar el cartel de “completo”. Ese afán por ir al frente, en un contexto revolucionario y falto de control gubernamental como era la Valencia de 1936, fue modificándose y encauzándose a partir de la llegada del Gobierno republicano burgués - tras su huida de Madrid - y la creación del Comité de Milicias Populares, que posiblemente alentó la creación de una columna anarquista nueva. Y qué mejor nombre el mismo del drama que tanto éxito cosechaba. La columna se llamaría Temple y Rebeldía: dos palabras que resumían rápidamente las ansias revolucionarias y antifascistas de una parte de la juventud obrera y campesina.

Una vez decidido el autor, junto con otros miembros del anarquismo valenciano y burjasotense, a formar la columna libertaria, decidieron instalar la sede en el cuartel, por entonces vacío, de la Guardia Civil de Burjassot. Al mismo tiempo, se encargó al cartelista Bausset la confección de un cartel de alistamiento. Este cartel impreso por Gráficas Valencia, del que sólo está documentada una copia, actualmente en poder de la Universidad de Barcelona, estaba compuesto por la imagen de un miliciano enarbolando una antorcha de la libertad, mientras está rodeado por cañones, aviones y bayonetas. Su lema es “Ingresad en la Columna Temple y Rebeldía”. En la esquina inferior izquierda se puede leer: “Oficinas de alistamiento, P. Gómez Ferrer, 2 (Juventudes libertarias) Burjasot”.

Numerosos jóvenes de pueblos del interior, al ver el cartel anunciador colocado en sus plazas, acudieron a la llamada rápidamente, sin duda ávidos de luchar contra el fascismo y también, por qué no, de expresar y expandir su ideología revolucionaria y darle un cierto sentido a sus vidas.

Nito, seudónimo de un periodista de Fragua Social, resume la formación de la columna Temple y Rebeldía así:

"Hace tiempo que el camarada Ernesto Ordaz escribió un libro que tituló “Temple y rebeldía”, y en el que atisbó circunstancias y hechos cuya realidad es hoy bien probada. Durmió varios años la obra, porque no interesaba al Gobierno su puesta en escena, pero vino la Revolución e inmediatamente su argumento fue presenciado por todo el pueblo antifascista, constituyendo un éxito extraordinario, de teatro nuevo, de arte revolucionario. Rambal dio belleza escénica a la obra, recogiendo su contenido argumental y haciéndolo acción. El libro fue dedicado a la FAI y sus beneficios para la organización confederal y sus Milicias.

Cuando las obras son actualizadas y con sentido estimulante escritas, no es de extrañar que den resultados netamente revolucionarios. Así como la proyección de “Los marinos del Cronstand”, con sus ejemplos de heroísmo, pudo crear la figura sublime de un “cazatanques” como Antonio Coll, la obra del camarada Ordaz
originó la creación de una Centuria de jóvenes que marcharon al frente bajo el título de Temple y Rebeldía. Las enseñanzas que el autor del referido drama expone, se van agrandando a medida que la obra se representa una y otra vez, Y esa proporción se verifica acentuándose la necesidad de hacer una Columna.

Aquello que comenzó siendo una Centuria, llega hoy a unos seis mil hombres en pie de guerra, para marchar al frente bajo la denominación misma que lleva la obra del camarada Ordaz. Si a los ocho días de formación hay ya un contingente tan elevado, es de suponer que se transforme dicha columna en una poderosa fuerza de combate, dispuesta para abatir al fascismo".

Despojando prudentemente lo que de exagerado en las cifras pudiera contener este documento, lo cierto es que el abandonado cuartel de la Guardia Civil se quedó pequeño de inmediato y hubo de buscarse con celeridad un local más amplio. Después de verse forzados a descartar las instalaciones de la Escuela de Reforma, donde Ordaz y el alcalde de Burjassot destaparon diversas irregularidades, los dirigentes de la recién creada columna encontraron, su local definitivo, tras la requisa correspondiente, en el Castillo-Palacio de la misma población, propiedad por entonces -y ahora también- de la Fundación Patronato Carolina Álvarez, sede del Colegio Mayor San Juan de Ribera.

Ernesto Ordaz Juan, aquel albañil revolucionario que un día se decidió a escribir, murió de forma violenta un día de mayo de 1938 junto al café de Carra, muy cerca del Ateneo de Burjassot. Sus enemigos lo quisieron así, pero, aunque las luchas internas desgajaran las fuerzas de la República y aunque los vencedores de la contienda se ncargaran de eliminar todo rastro sobre la obra literaria de Ordaz y, sobre todo, sobre la memoria de aquella columna anarquista ante la que se había rendido Teruel en enero de 1938, algo que Franco jamás perdonaría, aún nos queda algo. Aún queda tiempo para recomponer la memoria de un luchador que, junto con miles de luchadores antifascistas, defendió lo único que le quedaba: el derecho a la libertad.