sábado, 12 de septiembre de 2015

¿Cómo es posible?


¿Cómo es posible asistir al horror de los refugiados sirios sin sentirse culpable y avergonzado?

¿Cómo es posible que alguien pueda sentirse más valioso y digno que otro ser humano?

¿Cómo es posible que una vida tenga menos valor que otra?

¿Cómo es posible que en todas partes siempre haya un nosotros y un ellos?

¿Cómo es posible que el privilegio de haber nacido en un lugar en paz y próspero se dé por sentado para tanta gente?

¿Cómo puede haber una falta tan grande de empatía y compasión?

¿Cómo es posible que aquellos que viven una vida de comodidad y seguridad nieguen derechos, libertad y una vida mejor a millones de personas que nunca llegarán a saber qué es una vida de comodidad y seguridad?

¿Cómo es posible que nos podamos enfrentar a nuestro propio reflejo -como individuos, comunidad, nación, Estado, unión de Estados– y no nos importen los crimenes contra la humanidad, o nuestros propios crímenes?

¿Cómo es posible que la banalidad del mal se estrelle tan pocas veces contra las rocas de la bondad, con lo habitual que resulta hoy juzgar ética y moralmente a través de la retórica digital (esto último está tan extendido que a menudo parece una doble moral)?

¿Cómo es posible que, a un lado de la luna y de modo autocomplaciente, “necesite urgentemente hacerse algo” y entonces -una y otra vez- nos quedemos en palabras y una gigante ilusión de activismo de sofá en las redes sociales?

¿Cómo es posible que que el reflejo gane casi siempre y la autoreflexión sea una excepción a la regla?

¿Cómo es posible que después de tantos años de tiranía de las viejas políticas de la corrección –como un boomerang en el paisaje–, el discurso público esté dominado por la xenofobia, el racismo y el egoísmo nacionalista?

¿Cómo es posible que el país que hace veinte años acogió 70.000 refugiados (Eslovenia) encuentre hoy problemático aceptar más de 250 refugiados que huyeron del conflicto más sangriento de nuestro tiempo?

¿Cómo es posible que el gobierno de este país, como vasallos de una falsa autoridad marcada por Bruselas-Berlín y con el apoyo general de la población, esté arrasando nuestros últimos restos de humanidad (como ocurrió en Grecia con la crisis)?

¿Cómo es posible que una mujer que ha caminado kilómetros con la esperanza de encontrar la libertad, con su hija de tres años en brazos, sea acusada de terrorista?

¿Cómo es posible que un joven cultivado y urbano y un anciano exhausto y sin nada sean tildados de amenaza para “nuestra” Europa?

¿Cómo se puede juzgar quién es elegible o no para vivir en determinado continente?

¿Cómo es posible que el calvario de los refugiados sirios y la indescriptible tragedia del destino humano sean “traducidas” en construcciones ideológicas enfermizas, sin ningún tipo de pudor ni sentimiento de culpabilidad?

¿Cómo es posible?

Artículo de:  Bostjan Videmsek Nacido en 1975, estudió Sociología de la Cultura y de la Filosofía, trabaja como corresponsal en Eslovenia del periódico DELO y escribe regularmente para la web revolve-magazine.com. Lleva los últimos doce años cubriendo guerras y crisis por todo el mundo (Afganistán, Paquistán, Iraq, Israel/Palestina, Líbano, Somalia, República Democrática del Congo, Sudán, Asia Central, Cáucaso, los Balcanes...) Publica sus trabajos en numerosos medios internacionales, como New York Times, International Herlad Tribune, El Periodico, Gato Pardo, BBC World, ... Ganador en 2009 y en 2010 del premio de la Comisión Europea y dos veces nominado al Periodista del año de la Unión Europea. Acaba de publicar el libro 'War of (T)error - 10 Years after 9/11'.