martes, 6 de octubre de 2015

Marca España: camarera de pisos en prácticas. Tres años para aprender a arreglar habitaciones.



Más de tres años. Es la duración máxima de las prácticas que le ofrecen a camareras de pisos 'becarias' que encadenan este tipo de contratos, cobrando unos 530 euros al mes por dejarse -literalmente- la espalda arreglando las habitaciones de concurridos hoteles de toda la geografía española.

El contrato formativo para auxiliares de pisos está regulado en el estatuto de los trabajadores y permite un plazo máximo de dos años en el sector de la hostelería, aunque varía en función del convenio. Las 'camareras becarias' cobran aproximadamente el 60% del salario de una trabajadora. Son aprendices, claro. O eso dice su contrato…

Lo que las prácticas esconden es que no te están enseñando. Estás trabajando. Así es el fraude de los contratos formativos en este sector. La Asociación Española de Gobernantas de Hotel (ASEGO) denuncia que las empresas externas son las que más se lucran a través de este sistema. Las chicas no tienen tutor, cobran menos por hacer el mismo trabajo y pueden estar años así, bajo el pretexto de una formación que no existe.

De este modo, los empresarios han encontrado la excusa perfecta para pagar menos a uno de los núcleos duros de los hoteles: el servicio de limpieza. Al contrario de lo que pone en su contrato, las "aprendizas" hacen guardias hasta la una de la madrugada y trabajan tanto festivos como domingos La figura del tutor brilla por su ausencia en la mayoría de los casos.

Casos como la firma de contratos iniciales de seis meses, luego se renuevan por otros seis y más tarde se les ofrece un último contrato formativo de dos años: siete horas al día -sobre papel- por 100 euros más (630). Un total de tres años en prácticas a todas luces ilegales.

En cuanto a la formación se supone que como aprendiz tienes que estar al lado de la gobernanta para que te enseñe. En muchos casos no hay ni gobernanta porque la han despedido, y las "aprendizas" cargan con más responsabilidad de la estipulada en el contrato mientras se preguntan qué pasó con la formación que les prometieron. Un cursillo dos veces a la semana, consiste en que cada chica contase sus anécdotas en el trabajo. Ni libros, ni teoría, ni nada. Basta con firmar un papelito de asistencia a final de año. Así de simple es el maquillaje de los contratos formativos.

Los empresarios del sector se ahorran miles de euros en sueldos, y mientras, España se consolida como líder en turismo.