martes, 20 de septiembre de 2016

Alemania: jubilad@s es igual a pobreza y exclusión social

 
Para llegar a fin de mes, se ven obligados a pedir la ayuda de subsistencia básica al Estado alemán, cuyas ayudas son insuficientes para comprar los medicamentos que necesitan y poder comer todos los días. Acuden de vez en cuando a cocinas comunitarias de sus barrios, donde, además de comer caliente, reciben alimentos de forma gratuita. Su jubilación no les da para llegar a fin de mes, hacen trabajos a tiempo parcial para complementarla. Buscan envases retornables en papeleras y contenedores de basura para sacarse unos euros diarios.

Son jubilados, son pobres… y son alemanes. Son parte de más del 15% de jubilados de la mayor economía europea afectados por la pobreza, según datos de la Oficina Federal de Estadística de Alemania. Una pobreza que se refleja en las peticiones de ayudas públicas: más de medio millón de jubilados solicitaron la ayuda de subsistencia mínima el pasado año. Una cifra que se ha doblado en la última década y que seguirá creciendo en los próximos años si algo no cambia en Alemania, un país muy envejecido y en el que la familia juega un papel prácticamente residual.
 
 
Según el último informe anual sobre la pobreza en Alemania de la asociación Deutscher Paritätischer Wohlfahrtsverband, en el apartado dedicado a la exclusión social en la tercera edad en Alemania es simplemente demoledor: “La pobreza en la vejez amenaza con convertirse en un fenómeno masivo en los próximos años, pues sabemos que el precio de la vida, como la vivienda y la energía, sube, mientras que el valor de las jubilaciones no deja de bajar”. ¿Cómo ha podido llegar uno de los países más ricos del mundo a esta situación?

Hace 15 años se decidió debilitar el sistema público de pensiones, con distancia el principal pilar de la seguridad en la vejez para más de 90% de la población alemana. Se tomó esa decisión para mantener bajas las aportaciones al sistema estatal de pensiones”, asegura Joachim Rock, autor del informe. “Al mismo tiempo, se apostó por fondos de jubilación privados, que hoy apenas aportan una solución para los jubilados pobres o amenazados por la pobreza, y que en fases como la actual, de tipos de interés muy bajos, apenas arrojan dividendos”.
 
Joachim Rock responsabiliza directamente a la Agenda 2010, el paquete de reformas y recortes sociales introducido en 2003 por el Gobierno rojiverde del excanciller socialdemócrata Gerhard Schröder. “La Agenda 2010 mantuvo una política de reducción de las cuotas al sistema público de pensiones a costa de su eficiencia. El fomento de minijobs y de la precariedad laboral también aumenta la pobreza en la vejez”, apunta Rock.
 
El Gobierno de Schröder decidió en su momento reducir las aportaciones al sistema público de pensiones y fomentar seguros de jubilación privados (complementarios de las jubilaciones públicas) a través de subvenciones estatales. Lo que parecía una decisión previsora se ha revelado más de una década después como un sistema fallido, como reconoció recientemente el actual gobierno de Gran Coalición formado por democristianos y socialdemócratas.
 
La pobreza en la tercera edad ha dejado de ser un fenómeno minoritario en Alemania. La de ancianos en busca de botellas retornables se ha convertido en una imagen habitual en sus paisajes urbanos. La exclusión social en la vejez está lejos de ser una ficción en la locomotora económica europea, sino que es más bien un fenómeno cada vez más visible. “Hay que tener ojo para darse cuenta. Cuando sales bien temprano de casa, es normal ver a jubilados caminando por las calles, algo en principio atípico. Pero si uno se fija bien, verá cómo muchos de ellos buscan botellas reciclables en contenedores de basura. Y eso asusta”.
 
 
El que habla es Hans-Jürgen Scheibe, un trabajador del sector de la construcción jubilado que ahora dedica parte de su tiempo a denunciar la creciente pobreza en la tercera edad.  Es alarmante la pérdida de poder adquisitivo de los jubilados alemanes: “Las pensiones crecieron de 2003 a 2013 un 8,8%, mientras que los precios aumentaron un 19,3 y los salarios, un 18,95% en el mismo periodo”.

Hace años que economistas apuntan que las reformas de corte neoliberal están creando una sociedad de dos velocidades: mientras un sector de población mantiene contratos laborales estables con buenas cotizaciones a la seguridad social, la precariedad laboral y los contratos de trabajo con pocas perspectivas ganan terreno en la primera economía del Viejo Continente. Esta sociedad de dos velocidades se proyecta también en las condiciones de vida en la tercera de edad. La vejez germana tampoco escapa la desigualdad.

Mientras, la creciente pobreza en la tercera edad impulsa paradójicamente a la punta de lanza de la nueva extrema derecha germana, el partido neofascista Alternativa para Alemania, que con toda seguridad obtendrá representación en el Bundestag en las próximas elecciones federales. Y paradójicamente, porque AfD presenta propuestas económicas de marcado corte neoliberal que están lejos de pretender fortalecer el sistema público de pensiones. Ello demuestra que AfD se ha convertido, sin duda, en el gran partido protesta de Alemania, capaz de capitalizar políticamente buena parte del descontento social de las clases medias y bajas del país pese a no ofrecer recetas económicas de corte social.